jueves, 1 de noviembre de 2012

La firma invitada - El doble guión del F.C.Barcelona ( Parte II )



Un artículo de Irascible granaino - @granairascible

Pincha aquí para leer la primera parte.

Este análisis ya iniciado con Guardiola durante la temporada anterior ha sido la base del nuevo plan urdido para desarrollarse plenamente por Tito Vilanova en esta Liga. Y sólo a partir de él, puede explicarse el doble guión que maneja el Barcelona para la presente temporada. Dos guiones distintos, con protagonistas distintos pero bajo la misma dirección y el mismo equipo técnico. El Fútbol Club Barcelona se adapta a los nuevos tiempos, consciente de los escenarios donde se tiene que labrar su futuro en la competición de la regularidad: aquella en la cual empatar es perder.

En la temporada pasada, decíamos, ya se vislumbraba la intención de corregir este rumbo durante algunos partidos fuera de casa, pero lamentablemente no pudo ponerse en práctica de forma efectiva por varias razones. La primera por lo drástico del cambio en plena competición y lo repentino del propio plan; los planes no se imponen y se ejecutan simplemente, sino que necesitan de un medio plazo en el que ir perfeccionando y retocando ideas que lo ensamblen perfectamente. Los cimientos deben ser siempre sólidos. La segunda, en relación con la primera, es contextual; ya que el Barça iba ya por detrás del posterior campeón con una holgada diferencia que hacía difícil afrontar una situación de cambio profundo sin la posibilidad de volver a fallar en ningún otro partido. Y la tercera, traicionera y recurrente por desgracia en las últimas temporadas, son las lesiones. Pedro, Alexis y Villa disputaron muy pocos minutos concentrando toda la intensidad ofensiva en el único foco de Messi. Esto hizo al equipo más dependiente y previsible. El argentino respondió cargando sobre sus piernas la responsabilidad atacante del equipo de forma asombrosa. Pero en ocasiones un sólo jugador no es suficiente.

Las lesiones en la delantera obligaron a Fábregas a acumular minutos en una posición donde había comenzado con un gran acierto de cara a portería: como doble falso nueve junto a Messi. Se sucedieron los goles recobrando esa sintonia tan especial que mantenía con el crack argentino desde cadetes. El estado de ánimo era alto y todos dábamos ese rol por asumido. Sin embargo Cesc, pese a que pudo y desempeñó esa labor, no es eso. Es otro tipo de futbolista. Disfruta más jugando y haciendo jugar que llegando y rematando. Y cuando el estado de gracia y efectividad disminuyó, su confianza y rendimiento fue evaporándose para terminar la temporada con peor recuerdo que al comienzo de su retorno en el imaginario colectivo. Hecho, sin duda, agravado porque el equipo tampoco culminó con éxito los dos grandes títulos que disputaba.

Pero a Cesc no se le fichó para jugar como el año pasado. Fueron una serie de circunstancias las que obligaron al de Arenys a desempeñar un rol que no le beneficiaba y cuyo rendimiento paulatino fue mermándose conjuntamente al del equipo. A Cesc se le ha fichado para jugar como vimos el sábado en Vallecas, o disfrutamos en Riazor. Un jugador para verticalizar la pausa, cuyo objetivo no es que fluya el juego simplemente, sino que lo haga hacia la portería. Un canalizador del torrente blaugrana por el camino más corto, pero sin perder el patrón de juego. Tiene en mente la portería siendo centrocampista.

El caldo de cultivo que se detectó la temporada pasada donde el Barça de Xavi, el santo Job de la pausa, naufragaba frente a rivales muy competitivos, muy bien entrenados y con las ideas muy claras, es ahora el escenario donde el otro protagonista da brillo a otro guión escrito y dirigido para potenciar sus cualidades. Este nuevo guión presenta al equipo más abierto y menos junto -vulnerable, al fin y al cabo-, e invitando a los locales a atacarle. Y, a menudo, otorgándoles la recompensa del gol ante su escasa coordinación defensiva poco habituada aún al juego de transiciones y terriblemente mermada por las bajas por lesión.

Es tan cierto el hecho de que llevamos pocos partidos para sacar conclusiones globales, como el de que sea casualidad que se repitan automatismos, movimientos y, en definitiva, planteamientos como los vistos en las últimas salidas del equipo. Detrás hay una intención muy meditada: otorgar la tentación de jugar “de tú a tú” con el rival. En estas condiciones, el recorrido de un jugador crecido en el fútbol británico pero con la calidad técnica y conceptos de la Masía es una ventaja fundamental. Si añadimos a Messi en la ecuación, podríamos incluso prescindir de más razonamientos; incluyendo al primero. Además, el Barça presenta jugadores muy veloces en los extremos -Pedro, Tello, Alexis-, y de un jugador tocado por la varita del gol -Villa-. Las transiciones, pues, son mucho más rápidas, menos másticadas y más hirientes al rival. Directas al corazón del área.

Este caos controlado es el plan del Barça de Vilanova que se vislumbra para los partidos fuera de casa que se plantean como el año pasado. Un Cesc que viene a la base de la jugada junto a Busquets para progresar con ella y ganar metros hasta conectar con Messi e Iniesta (fundamentalmente, aunque también ha convivido con Xavi), encargados con su conducción y desborde de eliminar lineas rivales creando espacios para que los extremos, bien abiertos en inicio, penetren en diagonal como cuchillo en mantequilla. Un 2+2 que muta a cuadrado esquemas tradicionales más ortodoxos, pero con un gran movimiento en el intercambio de posiciones en tres de sus piezas. Cuando Cesc progresa con la jugada, Busquets queda sólo como sostén del equipo y el Barça gana a un jugador en esa linea llamada de tres cuartos, donde el Barça tiene capacidad para jugar rápido en espacios reducidos si hiciera falta. Si además el equipo está menos ordenado -porque el Barça le invitó a atacar-, los espacios aparecen y los blaugranas huelen sangre.

Se acumulan más jugadores en zonas muy adelantadas, allá donde antes había un gran vacío cuando Messi tenía que bajar a recibir casi al centro del campo. La amenaza es mayor para un rival pendiente de más efectivos y jugando en transición, allí donde antes plantaba su doble muralla casi perenne los 90 minutos. Por contra, el Barça arriesga y concede metros y oportunidades de ataque mucho más frecuentemente que al disfrutar de aquel ataque posicional que llevaba implícita la defensa al quedar colocados para la presión si se perdía la pelota lejos de su área. Ahora hay mucho espacio que corregir en muy poco tiempo para los defensas blaugranas en los fulgurantes contraataques. De ahí que, mientras se madura el orden y rigor tácticos en la transición defensiva, Vilanova esté optando por jugadores más rápidos que hábiles con el balón en los pies. Consecuencia de ello es una salida menos limpia del balón. Asimismo, Valdés saca en largo porque es preferible perderlo a setenta metros de tu portería que a veinte. Todo acorde al nuevo plan; el del perfecto invitado.

Ventajas e inconvenientes que, por otro lado, deben depurarse y mejorar cuando Piqué y Puyol vuelvan al equipo con asiduidad. Así mismo, podremos comprobar las capacidades de Song en estos partidos; un jugador habituado a las transiciones y compañero de Cesc en el Arsenal que, sin embargo, ha jugado más de central por las necesidades puntuales del equipo. Es necesario que Busquets rote de vez en cuando y el camerunés parece un buen actor de reparto para este nuevo guión.

¿Será duradero y efectivo esta nueva disposición del equipo de Vilanova? ¿Será, incluso, posible, que dos guiones convivan dentro de una misma alineación y partido? Sólo el tiempo lo dirá pero , sin duda, será uno de los grandes retos a medio y largo plaza del Barça de Vilanova. Si lo consigue dispondrá de una versatilidad que complicará enormemente la vida a los entrenadores rivales a la hora de pensar en cómo plantar cara a un equipo que maneja bien el doble guión indistintamente.

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