miércoles, 21 de noviembre de 2012

La firma invitada - La Champions estéril



Un artículo de Josué Rubio - @Ryuga_13

Hoy me he despertado con la noticia de que Roberto Di Matteo ha sido destituido como entrenador del Chelsea, habiendo sido la abultada derrota en Turín ( 3-0 ) la última gota en el vaso de la paciencia de Abrahamovic.

El magnate ruso compró el Chelsea hace, aproximadamente, una década con el sueño de hacer a este equipo de pijo barrio londinense cammpeón de la Champions League. Compró una cantidad ingente de futbolistas sin los que es inconcebible pensar en el equipo londinense: Terry, Cole, Drogba, Lampard y Cech como líderes del vestuario, añadiendo a Meireles, Fernando Torres, Mata o Ivanovic entre otros, siendo quizá el asturiano el de mayor talento.

Y tras haber estado con pie y medio fuera de la Champions en el doble encuentro contra el Nápoles, que se resolvió en la prórroga, aplastó al Benfica, dando paso a un encuentro con sabor a revancha y fatídico a priori para la hinchada blue. El Barça, con una versión más imprecisa pero más potente que la última vez, llegaba a Stanford Bridge dispuesto a golear para que, en casa, fuera puro trámite. Ya saben la historia: derrota culé en Londres y empate en Barcelona, con un Drogba que tiró solo del carro del Chelsea, consiguió el pase a la final de Múnich, en casa del Bayern, donde con otro gol postrero del costamarfileño y una tanda de penaltys, se hizo con el ansiado título.

Quizá el Chelsea jugó incluso menos al fútbol durante la competición que aquel Inter de Mourinho, pero a diferencia del equipo milanés, que para mí tuvo mucha suerte a pesar de que los palos del conjunto de Londres ya tienen su sitio en el museo del club, fue un equipo espoleado por el coraje de esa fuerza de la naturaleza llamada Didier Drogba. Pero, aun así, los blues no pasarán a la historia del fútbol, como no pasará aquel Inter ni la Grecia de la Euro 2004.

Una vez pasada la fiesta, comenzó la temporada de forma pésima, perdiendo la Supercopa de Europa contra un apabullante Atlético de Madrid y un Falcao en plan estelar, pero se hizo con dos fichajes de inmenso talento: Oscar y Hazard. Parecía que el Chelsea iba a cambiar músculo por clase ( tiene nombres de sobra ), pero, para más inri, sigue con alineaciones físicas hasta el punto de que Roman, dicen, ordenó a Di Matteo jugar con los buenos. Y es cierto que en este corto tramo de temporada ha tenido partidos muy buenos, pero miren, cualquiera que sepa lo que es un 4-3-3 o un 4-5-1 sabe ver a los buenos y juntarlos. Y Di Matteo, cuando el guión le exigía esto en el encuentro contra la Vecchia Signora, sale sin 9 y con cinco defensas. Que me lo expliquen, yo no lo puedo entender.

Como he dicho, el máximo título continental, y quizá el más prestigioso a nivel mundial en cuanto a clubes, solo ha servido como aval de, apenas, 6 meses para el técnico transalpino. Me alegro infinitamente de que esto haya sido así. No le guardo rencor alguno al conjunto inglés como tal, de hecho, admiro muchísimo a Didier, a Frankie Lampard o a Cech, por hablar de históricos, y sería un crimen que no hubieran acabado su carrera con una Champions. Lo que me hace sentir ésta satisfacción es el hecho de que cada vez mayor parte del público demande un espectáculo acorde a la cantidad del plantel. Supongamos que el Céltic gana esta Champions. No me molestaría, es un equipo sin una gran calidad pero que sabe trabajar con lo que tiene. Patente quedó en Glasgow hace dos semanas. Pero es intolerable poner a jugar a Mata casi de lateral o a Hazard de delantero centro.

No se ustedes, pero yo por ahí no paso.

Nuestra revista on line

wibiya widget