Un artículo de David Aparicio - @Banquilleros
El Barça de Tito agrede en los flancos. Esa es una de las grandes diferencias que detecto respecto al Barça de Pep Guardiola, especialmente el de sus dos últimas temporadas. El fichaje de Alba, la eclosión de Tello, la recuperación para la causa de Pedro (Casi inédito la temporada pasada a causa de las lesiones) y la progresión mayúscula de Montoya, redundan en la idea del técnico de Bellcaire.
Este nuevo Barça es mucho más intencionado cuando el balón llega a la línea de cal y eso incide en la creación de los famosos y a la vez tan necesarios pasillos interiores. Antes se ocupaba, pero apenas se actuaba. La intención, estirar la lona para que Cesc y Messi dispusieran de espacios para generar ocasiones. Funcionó los 8 o 9 primeros partidos de liga. Si recuerdan, Fábregas estuvo sensacional y de su asociación con Leo nacieron la mayoría de goles azulgrana. Después los rivales nos leyeron la matrícula. Casi todos los equipos practicaron una defensa basada en la concesión de la bandas a cambio de cerrar el corazón del área a cal y canto. El central no ayuda a su lateral y el interior retrasa posiciones en perpendicular a la portería y no en diagonal hacía la cobertura del ala. El resultado, Messi y Cesc o Iniesta desconectados y con muchas piernas alrededor, la banda libre, pero con poco desborde ya que ni Villa, ni Abidal son expertos en esas lides. Por la derecha el panorama no era mejor. Alexis en plena fase de adaptación, por cierto, aún sigue enfrascado en ella, Tello o Cuenca aclimatándose a la categoría y Alves aparentemente desenchufado de la liga. Sin desequilibrio por banda, la alternativa era el centro al área, pero ¿para qué?, ¿para el remate de nuestros “Hobbits”?. Una inercia que perduró y desesperó a más de un azulgrana.
Esta temporada la situación es diametralmente opuesta. Poco a poco el dibujo de Tito se afianza. La llegada de Alba es equiparable a la de Alves, cuando el lateral recién aterrizado de Sevilla era una máquina bien engrasada. Alba, carrilero infatigable, largo, profundo y lo más importante, ofensivo. Cuando el lateral zurdo llega a posiciones de ataque, no retrasa el balón por inercia al interior, como ocurría el año pasado. Al contrario, busca el 1x1 o la pared con algún pasillero. Esa capacidad de Alba para subir y bajar incansablemente la banda y su cariz ofensivo y resolutivo, permiten un nuevo movimiento táctico más que interesante. Villa ya no está obligado a ensanchar el campo. El asturiano libera su banda para que Alba pueda desplegarse con profundidad y emigra al corazón del área a la posición de nueve. Allí, el Guaje se siente más cómodo. Fija a los centrales y tira desmarques de ruptura para desbrozar el camino de Messi y Cesc (La misma función que debe desarrollar Alexis, es la que mejor le va, cuando se recupere de su lesión de tobillo). No solo eso, con su presencia en el área, el Barça cuenta por fin con un killer capaz de rematar los buenos centros que Alba, Alves o Montoya ponen al primer palo o al llegador.
Por la derecha el machacón Pedro ha vuelto por sus fueros y ha encontrado en Montoya un aliado excepcional. Disciplinado en defensa y lo mejor, selectivo en ataque. El canterano sabe que con Alba desatado, sus rigor táctico resulta fundamental para el equipo. Se desdobla bien y sus centros siempre tienen intención.
Obviamente el gran beneficiado de todos estos movimientos tácticos es Messi (Cesc, en gran medida, también). Con el rival mucho más abierto y pendiente de lo que ocurre en los laterales, el centro se despeja para que el argentino pueda brillar aún más si cabe.
El Barça es una pléyade de excelentes planetas que orbitan entorno a la estrella más rutilante del universo fútbol. No estamos ante una messidependencia como nos quieren hacer creer, se trata de aplicar un plan preconcebido que persigue precisamente que el astro pueda brillar en todo su esplendor. Su racha goleadora y los resultados históricos del equipo, no hacen sino certificar que la idea funciona.
