martes, 20 de noviembre de 2012

La firma invitada - Mozart, Petrucci y el virtuosismo de Hendrix



Un artículo de Josué Rubio - @Ryuga_13

Si nos adentramos en el conocimiento musical a lo largo de las épocas, probablemente diríamos que el mejor compositor de música clásica fue Wolfgang Amadeus Mozart. Su música era conocida en el mundo entero, inconfundible para quien tuviese el privilegio de oírla y requerida siempre para las ocasiones del más alto standing en el Sacro Imperio Romano Germánico. Solo su prematura muerte pudo parar al genio austriaco.

Podemos extrapolar esta historia a Pep Guardiola y a su Barça. Probablemente Pep, director de orquesta del mejor equipo de todos los tiempos, sufrió un fallecimiento demasiado pronto en cuanto a ideas tras haber firmado cuatro años de auténtico ensueño en Europa y el mundo. Cualquiera que asistiera a su función salía tan saciado de espectáculo como necesitado de una dosis adicional de proezas técnicas y tácticas. El caviar del mundo fútbol era su Barça.

Pasando de la tranquila elegancia de la música clásica nos adentramos en el mundo de la guitarra eléctrica, que encuentra en John Petrucci, guitarrista de Helloween, al abanderado de la velocidad en seis cuerdas, con un estilo ácido, eléctrico y capaz de revolucionar al público allá por donde pase, dotando de una superlativa emoción cualquier pieza que pase por sus manos. Es el caso de Tito, el ayudante del Mozart del banquillo. Su estilo ha hecho que se guarden instrumentos de cuerda y viento para dar paso a la electricidad, a la locura y a la adrenalina de hacer todo rápido y correctamente. Con Jordi Alba como el arquetipo de este Barça supersónico, Tito apuesta por menos decoro y más efectividad, logrando hacer añicos toda estadística positiva de un entrenador debutante a estas alturas de temporada.

Y, por último, el más grande de todos los tiempos, Jimmy Hendrix, el dueño de la guitarra, el señor de la música, quien marcó un antes y un después en la historia de éste arte y el único guitarrista al que cualquier calificativo se le quedaba pequeño. Con un balón, no puede ser otro que Leo Messi. El astro argentino mueve el esférico a su antojo, lo esconde, lo amasa, lo para y, cuando el tiempo ha dejado de ser ralentizado por el rosarino, lo encuentras besando las mallas o como diagonal de lujo para un compañero. No habrá nadie como él. Y es que este Barça es el resultado de una hermosa melodía barroca; pinceladas de sonatas vertiginosas; y el poder de interpretar siempre de maravilla la pieza de un loco bajito. Que no cese la música.

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