miércoles, 14 de noviembre de 2012

La firma invitada - Un coloso bicefalo



Un artículo de Josué Rubio - @Ryuga_13

Se podría tratar de una buena forma de definir a Cristiano Ronaldo, y en estas lineas quiero hablar por el culé de a pie, el racional, el que no se deja llevar por el fuego interno de manera continua y el que es capaz de reconocer las virtudes del rival y de analizar con mesura sus defectos.

No se por donde se prefiere que empiece, y como lo tengo muy claro, creo que lo mejor es mezclar, puesto que no podemos hablar del de Madeira en tono de continua adulación ni crucificación. Y es que el astro portugués es, junto a Messi, el jugador más mediático del mundo. Cuando hace cualquier declaración, corre como la pólvora de punta a punta del planeta sin dejar indiferente a nadie. Igual que cuando marca algún gol.

Personalmente me parece abusivo colocar al luso como uno de los tres mejores del mundo. Sí que me parece un goleador impresionante, un gran cañonero y un velocista que nada tiene que envidiar al propio Usain Bolt. Pero carece de visión de juego, capacidad de pase y solidaridad con los compañeros, por mucho que desde la prensa se le haya intentado vestir de asistente. Muchos habrán pensado que en el apartado goleador se ve harto beneficiado por los penaltys, de acuerdo, pero también hay que anotarlos.

Cristiano es un animal competitivo, que siempre busca perfeccionarse. Si puede mejorar una milésima su velocidad de carrera, la mejorará. Si puede pegarle más fuerte al balón, le pegará. Y si tiene que jugar medio ciego y mareado como ayer, quedó patente que jugará. Quizá sea esta casi enfermiza competitividad lo que le lleva a realizar gestos, bien técnicos como puede ser una espaldinha casi al final del partido con un 3-0, lo cual está totalmente fuera de lugar; bien hacia la grada, cuando la provoca constantemente. Hasta que un día, pasa que le coge el Borussia Dortmund en su estadio y quien se tiene que tranquilizar es él.

Cristiano, pienso, tiene dos problemas, que se llaman Messi, por motivos más que evidentes; y Cristiano. Si, Cristiano muchas veces es su propio problema. No es el adalid de la humildad ni abandera la causa de jugar callado. Le respeto mucho a nivel personal, entendiendo por personal la infancia tan puñetera que ha pasado, lo cual influyó de manera crucial en su carácter, y probablemente fue esa fuerza interior sobrenatural lo que le llevó a triunfar en Portugal, Inglaterra y ahora en el Real Madrid.

Dicho todo esto, deseo tanto que Cristiano no pierda nunca la competitividad como que empiece a sentar la cabeza, ya no por su propio bien, sino para que, si su hijo decidiera dedicarse al fútbol, le hiciera entender que luche, que luche mucho, hasta la extenuación, y que si, casualidades de la vida, un tal Thiago fuera mejor que él, compitiera por superarlo y que, cuando se hubiera demostrado que lo superó o que no pudo, aceptarlo desde el camino de la humildad y con el gen competitivo del 7 de Portugal.

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