viernes, 21 de diciembre de 2012

Oh capitán, mi capitán



Un artículo de Josué Rubio - @Ryuga_13

Dicen que es más fácil hacer un homenaje cuando alguien ya no está, sea en vida, en una empresa o en cualquier colectivo en el que haya un mínimo de seriedad y querencia por los compañeros. Mi homenaje es para una persona especial, un icono del barcelonismo y un ser humano ejemplar: Carles Puyol.

Carles Puyol es, para mi, el jugador más grande del Barcelona. Más incluso que Leo Messi, Xavi Hernández o Andrés Iniesta, porque la grandeza en el fútbol no se mide solo en goles, visión de juego, regates imposibles o una primorosa forma de jugar. Puyol es la veteranía, el ímpetu, la fuerza y el valor. Es el alma del vestuario, el padre de todos, el que, cuando el barcelonismo o la Roja se caen, se levanta el primero para tender la mano a todos y animarlos. Si Raúl era el ejemplo del madridismo más puro, Carles lo es para la afición blaugrana. Nunca un mal gesto, nunca una mala palabra, pero más expulsiones, evidentemente porque la posición no es la misma, pero nunca ha reprochado nada. Una carrera marcada por lesiones terribles: esguinces, desgarros, contusiones y, la más impactante, una dislocación de codo.

Puyol siempre ha sabido remontar, aun cuando le tildaban de viejo, de estar acabado, y siempre acalló esas voces que le lapidaban a base de constancia, de esfuerzo, de amor por el fútbol y por su Barça, y la mezcla de todo ello le ha llevado a renovar hasta 2016. El equipo se resiente sin él, tanto a nivel estrictamente futbolístico como anímico porque, a pesar de que Xavi es capitán, no hay nadie con el mismo coraje que el de la Pobla del Segur. Fue el único capaz de alentar a todo el barcelonismo cuando, hace un año, el Real Madrid se ponía 1-0 a escasos 22 segundos del comienzo. Fue él quien sobrevoló toda la defensa alemana para llevarnos a la gloria. Y fue el quien siempre puso la cara donde otros, ni por asomo, pondrían el pie.

Puyol, de cuerpo frágil pero de espíritu inquebrantable, se ha ganado el derecho de ser inmortal, de figurar como un destacado entre los Maldini, Hierro, Pasarella y compañía. Ojalá, cuando su carrera se acabe, la directiva que tenga el Barça decida ponerle una estatua o, al menos, retirar el número 5, no vaya a ser que venga algún lateral portugués a mancharlo.

Carles Puyol, mi más sentido homenaje para ti.

Nuestra revista on line

wibiya widget