viernes, 1 de noviembre de 2013

Hay dos ligas. También en los altavoces.

Que a nivel futbolístico existen dos ligas en nuestro país, es un hecho irrefutable. Los presupuestos, el reparto de los derechos televisivos y la repercusión mediática de unos y otros así lo atestigua. Los peces grandes hace tiempo que dejaron de serlo para convertirse en tiburones despiadados que dejan apenas migajas para que compitan en su liga particular las rémoras que les acompañan.



El Atlético se erige como excepción que confirma la regla. Un rara avis que cohabita entre dos aguas gracias principalmente al acierto durante estos últimos años en materia de fichajes (Ahí están los Arda Turan, Filipe Luis, Miranda, Villa, el "Cebolla" Rodriguez o Courtois entre otros) y a la buena labor con su cantera, forjando grandes talentos como Koke u Oliver Torres. Caso aparte la eclosión definitiva de Diego Costa, un delantero centro espectacular, siempre alejado de los focos, eclipsado la temporada pasada por un Falcao pluscuamperfecto y que este curso está demostrando ser junto a Lewnadoski, el delantero centro más en forma del mundo. Ya digo, una cuadratura de círculo que se da muy de vez en cuando y que permite al club colchonero pelear por algo que en condiciones normales, y por pura cuestión de presupuesto, sería una quimera.

Como decíamos antes, existen también dos ligas a nivel mediático. La de Real Madrid y Barça, equipos cuya actualidad acapara el 95% de la información deportiva de nuestro país, y la del resto, que deben conformarse con ser protagonistas el día que se enfrentan al transatlántico o en su defecto, despiden al técnico de turno. Poco más. Si hablamos de la segunda división, el asunto adquiere tintes dramáticos. Directamente no existen.

Y dentro de la liga mediática de los grandes, existen a su vez dos ligas. La del Real Madrid, al que se le dedica el 90% de ese 95% que comentábamos antes y la del Barça. Y es que a altavoces, al Madrid, no le gana nadie y cuando digo nadie, es nadie. Mientras el Barça debe conformarse, que no es poco y muchos darían su brazo por ello, con el dominio mediático a nivel regional, es decir Catalunya, el Real Madrid cuenta con el favor de la totalidad de los medios generalistas. Hablamos de radios, televisiones, periódicos etc...

Por eso, cuando Messi es imputado por presunto fraude a la hacienda pública en la cuestión de sus derechos de imagen, la noticia sale a nivel nacional y se repite hasta la saciedad, buscando claramente que el mensaje cale. Y por eso, cuando al cabo de los meses, dos técnicos de hacienda elaboran un informe para el juez en el que afirman que Messi no participaba en la gestión de sus derechos de imagen, la noticia pasa desapercibida para el gran público, ocupando lugares poco visibles de webs, comentándolo de forma muy puntual en debates radiofónicos o directamente ignorando la noticia en la televisión.

Por eso, cuando a Neymar le hacen una falta, o dos, o mil, se abre un debate nacional con encuestas en cada uno de los medios, preguntando sin rubor si Neymar es o no un piscinero. (Ya saben, la pregunta y no la respuesta es lo que genera una corriente de opinión). Y por eso, cuando lo hace Bale, lo de tirarse a la piscina digo, se camufla en un festival de goles para tratar que el asunto en cuestión pase totalmente desapercibido. Obviamente logran su propósito.

Por eso, cuando en un clásico existen errores arbitrales en ambos sentidos, el debate se centra en una acción puntual que perjudicó al equipo blanco y no en las acciones que le beneficiaron, aún a costa de hacer el más absoluto de los ridículos por lo evidente de la estrategia.

En fin, nada nuevo. El periodismo deportivo, desgraciadamente, se dedica a decirle a su público, lo que su público quiere escuchar, más allá de que sea cierto o no. Ojo, ocurre con la prensa del Madrid y con la prensa del Barça. La diferencia, como decíamos antes, es que la dimensión y alcance del altavoz de uno y otro no tiene nada que ver.

Tarde o temprano habrá que ponerle freno a este disparate en el que se ha convertido nuestra liga. La supervivencia pasa por un reparto equitativo de los recursos que genera la propia competición. Por una prensa objetiva, imparcial y alejada del morbo. Por la protección y apoyo al fútbol base, que es al final lo que mantiene vivo a este deporte.

Sí, soy un iluso.

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