jueves, 3 de octubre de 2013

Guardiola y Martino. Gestores de grupo.

Siempre ha existido y existirá el debate acerca de qué define a un buen gestor de grupos. Me refiero a esa persona que debe liderar proyectos formados por varios individuos con un objetivo común. En el caso de una empresa, la meta es lograr obtener una alto índice de beneficio y la plena satisfacción del cliente. En fútbol el concepto no difiere demasiado.
La misión del entrenador es lograr que sus futbolistas alcancen los éxitos que el club persigue y que además, los aficionados, disfruten del espectáculo por el que pagan. Si bien es cierto que esto último tiende a considerarse por desgracia algo más secundario siempre y cuando se de la primera premisa, (el tan manido resultadismo, ya saben), el fin debería ser ese.

Al hilo de esta cavilación mía, me vienen a la mente los nombres de Pep Guardiola y Gerardo Martino. En el caso del actual entrenador del Bayern, no solo se aprecia una cualidad innata en cuestión de liderazgo y gestíon de grupos, también resulta evidente su capacidad creativa adoptando nuevos sistemas y modelos de juego que han revolucionado en muchos aspectos un deporte en el que innovar resulta ya harto complicado.

Sin embargo, lo que quiero destacar en este intento de artículo, es la inteligencia de la que ambos hacen gala en lo que a adaptación a las circunstancias se refiere. Me explico.

Gerardo Martino llega a un equipo en el que la filosofía o concepto de juego gira entorno al balón. La posesión, el juego asociativo, el avance grupal, el aplastamiento paulatino del rival contra su propio arco a base de combinaciones infinitas, es un axioma irrenunciable que no solo aplica el primer equipo, sino todas las categorías inferiores del club. El argentino, sabedor de esta situación, no trata de imponer su idea o libreto, sino introducir pequeños ajustes que complementen lo que lleva funcionando hace más de dos décadas. Es decir, su objetivo es potenciar lo que carbura e introducir elementos de cosecha propia que enriquezcan las posibilidades y las alternativas del grupo.

Con Guardiola ha pasado lo mismo, pero a la inversa. El de Santpedor llega a un conjunto que ha llegado a ser campeón de todo gracias a un fútbol vertical, directo, vertiginoso, sustentado en un despliegue físico descomunal y en una intensidad sin parangón en Europa, excepción quizá del Borusia Dortmund. Es decir, una hoja de ruta alejada de lo que Guardiola aplicó en el Barça durante 5 temporadas. ¿Qué decisión toma Pep? Lejos de imponer criterios personales, opta por adaptarse al estilo y los futbolistas de que dispone y trata poco a poco de añadir nuevos adjetivos al fútbol del conjunto alemán.

Ayer, sin ir más lejos, ante el Manchester City, vimos al mismo Bayern de siempre, el de la presión muy alta, el de las emboscadas constantes al hombre con balón, el de la movilidad permanente de los receptores entre líneas, el del fútbol directo y vertical tras pérdida de balón del rival… pero también un Bayern asociativo cuando el City buscaba con ahínco la recuperación. Un equipo con pausa, en el que el hombre con balón siempre tiene al menos dos opciones claras de pase. El City persiguió sombras. Vimos por momentos aquel Barça pluscuamperfecto que defendía con el esférico para acelerar la jugada en el momento preciso. Comienza a notarse la mano de Pep en un sistema de juego 100% reconocible para el público del Bayern.

Ya digo, la habilidad de Pep y Martino radica en aceptar con humildad su rol dentro de equipos que ya funcionan y que tienen una sistemática de trabajo incuestionable. No imponen sus criterios a costa de desnaturalizar lo que se ha demostrado eficaz, sino que trabajan en mantener y potenciar lo existente mientras a su vez introducen nuevos conceptos que lejos de perjudicar, catalizan las posibilidades de éxito. Gestores.

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